Tengo mala relación con la comida
¡Hola a todos! Estamos de vuelta, y volvemos con un tema que genera una gran preocupación sobre todo entre la gente joven. Todos conocemos a una persona cuya relación con la comida, la alimentación y su cuerpo no es muy buena y muchas veces no sabemos cómo actuar frente a estas situaciones. Por eso, hoy hablamos sobre qué podemos hacer en estos casos, cómo podemos ayudar a esta persona y cómo protegernos nosotros para no ser “arrastrados” a esa relación tormentosa con la alimentación.
Lo primero de todo es tener presente que existen profesionales cualificados que pueden ayudarnos a mejorar la relación con la alimentación y qué siempre que lo consideremos necesario podemos acudir a ellos.
Sin embargo, acudir a un profesional no suele ser la primera opción para mucha gente, que además no siempre es consciente del problema con su relación con la comida. Por eso, ¿qué podemos hacer si detectamos que alguien de nuestro círculo cercano está pasando por un momento así?
Ayudar a un amigo con este problema es muy difícil, primero que nada hemos de ser conscientes que la vida de ninguna persona depende de nosotros, no nos podemos hacer cargo ni responsables de las acciones de nadie, solo nos podemos hacer cargo de lo que les hacemos sentir cuando compartimos tiempo con ellos. Partiendo de esto, es muy importante escuchar a la persona desde la comprensión y no tanto desde el regañar o el enfrentamiento, no ser tajantes ni bruscos. Sabemos que los amigos no juzgan ni cuestionan, y si un amigo se encuentra en esta situación es porque sufre, lo pasa mal, no sabe cómo resolver la situación y nos necesita a su lado. Si tenemos confianza, debemos siempre animar a la persona a que acuda a un profesional, es habitual que la persona no acceda a recibir tratamiento. Si a pesar de insistir la persona continúa en la negación, lo más recomendable es acudir a hablar con los familiares, si la situación es así, es bastante probable de que la familia también haya identificado señales que les alerten. La salud es más importante que pactos de lealtad o de silencio.
Si en algún momento este amigo encuentra un espacio de confianza con nosotros para sincerarse, es un momento ideal para no pasar de largo ante esto. Evitar comentarios acerca del cuerpo (prohibido siempre, ni positivo ni negativo, da igual a quien sea). Debemos sentarnos, escuchar, si no sabemos qué decir simplemente podemos decir: “estoy aquí para lo que necesites”, “¿cómo te puedo ayudar?”… No sirven de nada los juicios de moral ni los consejos como “debes comer”, tampoco hacer de psicólogo, es más, hará sentir peor a la persona ya que tendrá la sensación de no ser escuchado.
En muchas ocasiones compartir tiempo con un amigo que tiene una mala relación con la comida o un trastorno de alimentación ya diagnosticado puede afectar a nuestro bienestar. Es un deber que nos protejamos frente a aquello que nos pueda hacer sentir mal, aunque venga de alguien a quien queremos y nos quiere. Tenemos que ser conscientes de que los comentarios que podamos escuchar vienen de alguien que sufre. Muchas veces con el paso del tiempo normalizamos actitudes con respecto a la comida que no son saludables, es importante mantenernos prudentes ante esto.
Hemos de ser conscientes de que cuidarnos a nosotros mismos va por delante de cuidar a los demás, y si hay situaciones que nos hacen sentir mal y mueven los cimientos de nuestro bienestar emocional, es lícito decidir retirarnos. Una forma seria dejar de compartir espacios relacionados con la comida y poner límites en los que respecte a la imagen física. Estos límites han de ser compartidos “veo que tu visión es ésta ante las cosas, pero esto a mi me hace sentir mal” sin ofender al otro, marcando nuestro espacio y haciéndole ver que estamos cuando nos necesite, pero también cuidando de nosotros mismos. En muchas ocasiones es más probable que una respuesta así cree una toma de conciencia en el otro sobre el problema, que largas conversaciones acerca de lo que debe hacer.
Tener una mala relación con la comida es una realidad muy complicada de manejar, que hace sufrir tanto al que lo vive en primera persona como al que rodea. Como siempre decimos, es importante tratarnos con cariño y respeto y buscar ayuda de un profesional cualificado si la necesitamos.